TESTIMONIO

TESTIMONIO

Desde niña, el arte y la cocina, me llamaron con fuerza, en la pastelería y en la belleza de lo simple encontré mi camino. A los 19, emprendí mi propio sueño, La Nan, nació con esfuerzo, dos años de empeño, pero el destino me ofreció otras oportunidades.

En el marketing trabajé, pero algo en mí no podía callar, el anhelo de la libertad. Viajé mochila al hombro por Sudamérica y Escandinavia, y en Copenhagen encontré lugares donde las almas se conectan a un espacio acogedor. 

Renuncié a mi trabajo, para viajar sin rumbo, seguí mi instinto, buscando esa libertad que al fin hallé, pero en mi interior algo quedó distinto, extrañaba la cocina, el arte que amé. 

La Nan volvió, con fuerzas, me pregunté si esa libertad era mía, y al ver el regreso de mi alma, descubrí que la libertad está en donde mis energías están.  

Entre el aroma del keke o de una vela encendida, en cada instante que comparto, trabajo a mi ritmo, sin prisa, y así hallé la libertad que tanto busqué. 

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